viernes, 9 de enero de 2015

Paso de humanos


-¿Usted pisa las franjas blancas o las negras?
-¿Cómo dice?
-Que si usted pisa las franjas blancas o las negras del paso de cebra.
-Pues… las negras, claro.
-¿Y por qué?
-No sé, me parecen más fiables. No tienen componentes externos, están unidas al resto del pavimento… sujetas al conjunto de la calle. ¿Y usted?
-Yo prefiero las blancas. Es nuestro mundo, el mundo del peatón. Las negras son como un vacío, el infinito allá abajo, entre el tráfico.
-¿Pero le llegan las piernas?
-Hay veces que no, que tengo que dar dos pasitos en una franja blanca antes de saltar a la siguiente.
-A mí me pasa igual. Y, en alguna ocasión he tropezado con una blanca y he estado a punto de caer de bruces.
-¿Lo ve? Es peligroso ir pisando en la nada. Donde estén las franjas blancas, que se quite la negrura del asfalto.
-Allá usted. Que tenga un buen día.
-Igualmente.

     Y, en aquel momento, el semáforo se puso en rojo para los peatones. 

     El señor del turbante y el del sombrero fedora volvieron a esperar en el borde de la calle. Los ojos de ambos permanecían claros y la sonrisa saludaba a sus nuevos compañeros de acera.