Cuando hace unos años, una jovencita encantadora dio un ejemplo de lealtad y coraje al negarse a trabajar en cierto proyecto si despedían a su director, la emoción hizo que mi alma se encogiese y creyese un poco más en el ser humano y en los amigos. El pasado jueves, al ver a esa misma joven brillar por derecho en la pantalla de un cine, el alma se me volvió a encoger y creo más en la autenticidad y la genialidad interpretativa. Esa joven de ojos azules que muestran un universo de vida es Michelle Jenner, y aquel humilde director soy yo.
Llevo dos días pensando en esta entrada del blog y me debatía entre hacer un comentario sobre la película "No tengas miedo" como espectador o sobre las emociones que ha provocado en mí como persona. Intentaré ser equitativo en ambas sensaciones.
Para mí la película es un pedazo de vida extraída tal cual, sin adornos ni fuegos artificiales. He leído en alguna crítica que la cámara camina a la altura del personaje para hacernos ver la vida como la ve Silvia, la protagonista, y reconozco que no fui consciente de este detalle técnico, pero sin duda debió de ser algo por lo que me tuvo pegado al asiento los 90 minutos de proyección. Pero lo que sí pude apreciar era el viaje por un torrente de momentos de conversaciones truncadas, de frases inacabadas (como la vida misma) que nos llevan al dolor y a la incomprensión. Las dudas y los miedos continuos de Silvia y de sus padres nos muestran una relación de medias palabras, donde la única salida es aceptar y mirar al miedo de frente.
Michelle hace un trabajo interpretativo tan profundo, tan de dentro, que es difícil mirarlo sin que se te encoja el estómago. Sin artificios, sin momentos efectistas de lágrima fácil. Con la contención que hace que te sientas dentro de la narración más que pensar en el trabajo actoral de los protagonistas. Aquí tengo que recalcar la extraordinaria generosidad de Belén Rueda y Lluis Homar que ponen su profesionalidad al servicio de una historia, o más bien de un testimonio, sin buscar su lucimiento.
Genial el duelo interpretativo de Belén y Michelle en la cafetería, con sus miradas perdidas, sus frases inconclusas, sus pausas llenas de significado. Esto no se calcula, esto se siente y se ama o no surgen momentos así. Y, por destacar otro momento, como actor me impactó la conversación con su amiga Maite donde le pregunta "¿mi padre ha abusado de tí?". La respuesta de Nuria Gago (Maite) no puede ser más visceral; todo un ejemplo de lo que es actuar de verdad, desde las tripas.
Cada uno de los actores que interviene en esta película aporta un trabajo tan digno que podríamos desgranar cada descubrimiento como parte primordial de un conjunto perfecto.
En cuanto a Michelle, te hace vivir cada emoción en una íntima relación que no parece estar en la pantalla, sino ser una persona de carne y hueso que tienes a tu lado. Y que te hace sentir la extraña sensación, cuando acaba la película, de que más que una película, has visto la vida. Arriesgada apuesta de Montxo Armendáriz y que agradezco mucho porque le da al cine otra dimensión.
Por eso salí de la sala en una especie de aturdimiento en el que mi mente se planteaba un sinfín de cuestiones. Y que sólo se desvaneció cuando, entre las cabezas de todo el mundo, vi aparecer a Michelle y gritarme "¡Guti!". En aquel momento, volví a la realidad, y comprobé que mi adorada Michelle estaba allí y lo que había visto era una magistral interpretación y una imprescindible película.
Luego vino el reencuentro con los papás; Miguel Ángel Jenner, que es para mí, más que un amigo, mi ángel, y Martina que lleva su amor al límite de permanecer una hora de pie a pesar de su reciente operación.
Ver triunfar a un amigo es tan gratificante como triunfar uno mismo, porque ver feliz a un amigo te alimenta el corazón como pocas cosas.
Bonita noche que me da energías para seguir creyendo en mi profesión y que guardaré entre mis más bellos recuerdos. Y con una frase que resuena en mi cabeza: "No tengas miedo".
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