Cuando, hace unos meses hablé del estreno de “Los últimos días de Alejandro”, lo hacía con la emoción del momento en el que el barco, tras haber sido diseñado, construido
y pintado, es botado y comprobamos que, no sólo flotaba, sino que lo hacía con
elegancia y con total seguridad.
Algunos meses han pasado de esa botadura y puedo asegurar
que el viaje está siendo toda una aventura llena de grandes sensaciones. En
primer lugar destacaré la valía de todos los componentes de esta tripulación. Unos
iniciaron la singladura, otros se bajaron en algún puerto, otros se enrolaron
en naves compañeras, y otros subieron durante la travesía. Pero todos han dado
muestras de gran respeto por esta nao que se llama DeLaNada. Y ya han sido unos
cuantos puertos en los que hemos fondeado.
Por mi parte, como dijo Antonio
Machado “he andado muchos caminos, he abierto muchas veredas, he navegado en
cien mares y atracado en cien riberas”, siento que esta aventura es hermosa
como pocas y la última de nuestras
singladuras ha sido una auténtica prueba de valía de este equipo humano.
DeLaNada teatro viajó a conquistar Granada con
todas las dificultades imaginables. Y, como un equipo totalmente entregado,
todos tomaron sus puestos sin perder la calma, sin amedrentarse y con la buena
actitud que sólo los valientes tienen. Buen humor y entrega en todo momento.
Capeamos el temporal y salimos victoriosos de tan temible tormenta.
Todos echamos
de menos a Álvaro, Miguel y Gabriel, y sentimos la enfermedad de Borja que, en
el último momento, le impidió estar con nosotros. Pero había que seguir, el
espectáculo debía continuar, así que era hora de ponerse manos a la obra.
Fue
fantástico ver la disposición de David Paredes y Álvaro Ramos cuando les
propuse aprenderse sendos papeles durante el viaje para hacer la sustitución
esa misma tarde. Furgoneta sala de ensayo.
Magnífico el coraje de Álvaro
cuando, cinco minutos antes de empezar, se quitó el pinganillo que tenía
preparado por si se le iba el texto y dijo “prefiero no llevar esto, vamos a
por todas”: Coraje de actor.
Magnífico David Paredes que atendió mi petición sin rechistar y se aprendió el nuevo papel que defendió con ganas:
Disciplina de actor.
Magnífico Javi supliéndome a mi, tras una carrera desde la
cabina de luces, y haciendo un Diógenes único del que me sentí muy orgulloso:
Actor sin trabas.
Sin olvidar su buena actitud cuando nos dimos cuenta de que
nos faltaba el foco para un efecto: Solución de artista.
Magnífica Noe que,
ante la falta de un soporte para las lanzas, salió a la calle, buscó una caja y
preparó un soporte que ríete tu de Macgyver: Entrega de compañera.
Magníficos Alberto, Rubén y alguno más que, ante
la falta de escudo, idearon un elemento escenográfico que dio hasta para unas
risas cuando comentamos que podíamos hacer un espantapájaros: Arranque de genialidad.
Magnífica Virginia, que apareció por allí para ver la función y
acabó de taquillera: Generosidad de amiga.
Magnífico Pedro, que vino a ver
actuar a su hijo y estuvo atento en todo momento a lo que nos hiciera falta:
Apoyo impagable.
Magnífico Chema Cabello porque vino a ofrecernos su ayuda y vibró con el público, por si no era suficiente con ser el autor de "Los últimos días de Alejandro": Ánimo incondicional.
Y magníficos todos y cada uno, Marta, Jos, Zoraida, David Alonso, Dani y Raúl, porque no perdieron la
amabilidad ni el buen humor en ningún instante: LEALTAD Y COMPAÑERISMO.
No hablaré
del personal del Teatro Zaidín porque sólo puedo decir que hicieron su servicio
escrupulosamente, o sea con todos los escrúpulos posibles. Prefiero hablar de
lo positivo.
Sé que me ha salido un post muy serio, pero no se me ocurría otra
manera de agradecer a este magnífico equipo que es DeLaNada Teatro. Aparte de unos grandes artistas, doy fe de que son unos extraordinarios seres humanos.
Sois muy grandes y estoy orgulloso de dirigiros.