No desatiendo a mi soledad,
que desde un rincón del silencio
sonríe amistosamente.
Y saldremos a saborear las nubes de algodón,
dulces de tanto
volar.
Miraremos por los balcones del viento
cómo pasan los
halcones chirriantes,
las garzas contoneándose
y los buitres de ojo avizor.
Solos, mi soledad y yo.
Desayunaremos tés de suaves susurros,
magdalenas de
esponjosa ternura
y zumos de líquidos suspiros.
Entre sorbo y sorbo, un aliento,
entre el paisaje un camino, allí, a lo lejos,
nos recordará nuestros pasos.
nos recordará nuestros pasos.
Reiremos, animados por la memoria,
de los momentos felices que sujetamos
levemente con los dedos.
Y descansaremos,
antes de
emprender de nuevo el viaje...
Solos, mi soledad y yo.
La soledad es el lugar más tranquilo del mundo. La soledad es, a su vez, el lugar más terrible y cruel del mundo.
ResponderEliminar