Comenzar un nuevo año siempre es un cúmulo de buenos propósitos y de hacer lo que tantas veces estamos postergando.
Es como estrenar un cuaderno. Las primeras páginas tienen una ortografía perfecta y unas líneas en total armonía. Nos ilusionamos con que "este" cuaderno lo llevaremos limpio y sin tachones. Aunque sabemos que, según discurran las páginas, nuestra ortografía se volverá caótica y empezaremos a llenar de tachones y desorden las hojas. Esas hojas tan estéticas del principio darán paso a las abigarradas páginas del final.
Pero sabemos que es así, y cuando llegamos al final y repasamos los apuntes nos damos cuenta de cuántas historias hemos vivido, cuántos momentos han quedado plasmados en el cuaderno y en nuestra memoria.
Este año me he propuesto muchos objetivos. No sé si demasiados para las páginas que tiene este cuaderno, pero lo voy a empezar con la ilusión de cada año y la esperanza de que va a ser un período (con acento en la í, no confundir con el proceso femenino) único y engrandecedor.
Este año me he propuesto muchos objetivos. No sé si demasiados para las páginas que tiene este cuaderno, pero lo voy a empezar con la ilusión de cada año y la esperanza de que va a ser un período (con acento en la í, no confundir con el proceso femenino) único y engrandecedor.
Voy a limpiar el acuario, seguiré fumando pero menos, buscaré tiempo para unas vacaciones de vez en cuando, aprenderé cuanto pueda con mis alumnos, me esforzaré en hacer mejor mis trabajos, intentaré poner en marcha mi nuevo proyecto, ordenaré mi mesa, charlaré más con mis amigos, veré más a mi familia... y, de vez en cuando, volveré a esta primera página para recordarme lo que pretendía.
Pero, sobre todo, intentaré aprovechar cada día para ser un poco mejor y ofrecer algo a los demás.
Pero, sobre todo, intentaré aprovechar cada día para ser un poco mejor y ofrecer algo a los demás.
Bienvenido, nuevo año.
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