sábado, 15 de junio de 2013

Barco de silencio



     Voy a construir un barco de silencio para navegar por las palabras turbulentas y los vientos del hastío. Arriaré sus velas para que no las destrocen los rayos de la envidia. Y bogaremos suavemente entre olas de mal sabor y las sacudidas de una tormenta de caras vueltas.

     Observaré atento desde el castillo de proa a las rocas traicioneras y, con un suave giro de timón, evitaré su envite. El girocompás y el catalejo estarán siempre preparados para asegurar el rumbo. Y les sacaré brillo con la delicadeza del vuelo de un cormorán que, sin detener su vuelo, desliza su saludo sobre las ensoberbecidas aguas.

     Si el sotavento ataca su endurecido casco, viraremos para mantener el rumbo. Mi barco no se dejará arrastrar por los temporales del rencor, los enfrentará sin algarada de cañones, con el destino firme.
     Con la sonrisa de su proa romperá el hielo de la frialdad, sorteando funestos iceberes y quebrando el azote asfixiante de los sargazos embaucadores.   

     Fondearemos en paisajes de cálidos colores y gratificantes frutos, cambiando por unos instantes su silencio por voces calmas de ternura. Y, de nuevo, saldremos a la mar, en pos de nuevas costas, nuevos alientos, nuevas emociones donde dar sentido a mi barco de silencio.  

     No es que mi barco sea pusilánime ni conformista, simplemente no quiere formar parte del ciclón iracundo.



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