viernes, 8 de enero de 2021

Esos momentos íntimos.


    Interpretar es emocionarse, abrir el corazón y romperte en pedazos para los demás.

    En cierta ocasión, un compañero, al que admiro especialmente, me dijo tras verme en una representación de teatro "¡cuánta generosidad, te has quedado vacío!". Me pareció el piropo más bonito que he recibido.

    Ser actor también es vivir cada día con tus miedos, tus inseguridades, tu pasión, tus deseos y tus frustraciones. El público debe recibir el resultado de nuestro trabajo, pero nosotros tenemos que comernos nuestras angustias en la intimidad. Por respeto al espectador, hemos de dar siempre el cien por cien, aunque nuestras fuerzas flaqueen, nuestra alma esté rota o la justicia nos niegue su mano. Somos actores aunque no tengamos escenario, aunque actuemos sobre una baldosa y sin público.

    Por eso hoy me he emocionado en la intimidad de una sala de doblaje al ver a un compañero cómo soltaba su angustia sin poder contener sus lágrimas mientras decía "con lo hermoso que es esto, ¿por qué hay gente que lo prostituye? Hoy sí, hoy me voy lleno, porque me siento actor de verdad". Ha costado seguir, pero después de tragarnos la rabia, hemos vuelto a meternos en nuestros personajes.

    No diré su nombre, porque esto se queda para nosotros, pero me ha hecho muy feliz y quiero que todos sepáis que, aunque nuestra profesión es muy bonita, nuestras lágrimas también forman parte de nuestro gozo. El éxito y el reconocimiento es lo que llama la atención desde fuera, pero nuestra grandeza está en nuestro proceso más íntimo.

    Hoy, aunque a veces lo dude, siento que no he desperdiciado mi vida.




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