lunes, 30 de diciembre de 2013

Malos tiempos


     Si Tomás Moro levantara la cabeza se daría cuenta de que hemos metido sus libros en lo más profundo de un cajón y lo hemos llevado a lo más oscuro del desván.

     Quizá, asustados y golpeados por la época que nos toca vivir, intentamos salvar los muebles y centrar nuestra vida en todo lo material. Cruel degeneración conceptual. No se lleva la utopía, y aquel que la cultive no dejará de ser un bicho raro en período de extinción. Todo se mide en relación al efecto económico producido.
     Malos tiempos para el idealismo.

     No hablar por miedo a perder lo (poco) que tenemos. No levantar la voz si no es en grupo. Asentir como siervos a las indicaciones del patrono. Opinar según las normas establecidas y con enemigos prediseñados. Y lo que es peor, rebelarnos sólo si tenemos la garantía de no salir mal parados.
     Malos tiempos para la poesía.

     Y, en un ejercicio de prestidigitación y contorsionismo, compramos carísimos perros con pedigrí mientras otros mueren tristemente en perreras; enarbolamos soflamas antixenófogas mientras escupimos al vecino por no ser de nuestra categoría social; luchamos por el derecho a la educación mientras se lo negamos a los que pueden ser nuestra competencia laboral; hablamos de dignidad profesional mientras consentimos abusos en nuestro puesto de trabajo; sufrimos por los necesitados mientras nosotros nos hartamos de hacer horas extra para comprarnos el mejor coche y la mejor ropa.
      Malos tiempos para la solidaridad.

     Admitimos mal a los que hablan de Dios mientras exigimos libertad de religión; llamamos cursis a los que llevan su diálogo hacia los sentimientos; denostamos a los que no tienen nuestra misma tendencia friki y nos fijamos más en quién opina que en su opinión.
     Malos tiempos para la filantropía.

     Mal vamos, mal estamos, mal seguiremos si no nos atrevemos a tener opinión propia. Más allá de los panfletos de redes y mítines mediáticos. Vivimos en la sociedad de la imagen, e intentamos dar la imagen ética de quien socialmente es bienquisto. Nadie saca los pies del tiesto. Todos correctísimos.

     Malos tiempos.

     Esperemos que el 2014 nos traiga algún cambio.




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