Rocas hay muchas; algunas de inmediata belleza que cautivan cuando las ves por primera vez. Pero hacer una obra de arte en la roca ya es otro cantar. Esculpirla para crear algo bello se reserva para unos pocos. Sin duda, para elaborar una gran talla, conviene tener una piedra de gran tamaño en la que cincelar formas y líneas con toda la perfección de la que sea capaz el escultor. Aunque no todas las grandes rocas producen artísticas obras. Imponentes, sí, pero no necesariamente exquisitas.
Se necesita un material que soporte los vaivenes del escoplo que dará una bella figura. Así, paso a paso se va formando la magnífica obra. Una roca que puede ser de perfecta estructura y magnífico colorido, pero que si no se labra con delicadas formas no dejará de ser un bloque muerto que no provocará ninguna emoción en quien la observe.
Del mismo modo, el artista tampoco debe, embriagado del impaciente deseo de ver su obra terminada, conformarse con utilizar un material blando que permita una rápida talla. Habrá construido algo tan efímero como su esfuerzo.
Y, ahora que lo pienso,... ¿estoy hablando de escultura o de arte dramático?
Miguel Ángel hablaba de quitar la piedra sobrante para que surgiera la figura que había dentro. Quizá el actor debe quitar la parte de sí mismo que sobra para que surja el personaje.
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