Una maleta de sueños y un traje de olvido.
La puerta se cerró con un crujido.
La ventana aún abierta, hizo volar los visillos.
Sin mirar atrás, sintió en sus huellas el frío.
Mordió en sus labios un quejido.
Y se nublaron sus ojos por lo que pudo haber sido.
De tantos pasos y momentos construídos
una cama deshecha es testigo.
Gratitud y cariño volaron al aire de estío.
Vio la casa derrumbarse a la sombra de un suspiro.
Nadie pintaba sus muros, nadie regaba su tilos.
Alacenas y bodega agotaron el pan y el vino.
Huyó del recuerdo, se embozó en su abrigo
y con la vista hacia el frente continuó su camino.
¿Cómo puede uno librarse de la nostalgia, amigo?
ResponderEliminarDifícilmente. Pero a veces no sé si es dolor o rabia lo que se siente.
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