domingo, 28 de abril de 2013

Creo más, pero no me creo más.


     Crear es mirar con los ojos del corazón y dejarse llevar. Perder el miedo a fracasar y dejar que sea la imaginación quien hable. No puede haber creación si nos basamos únicamente en lo que ya está hecho. Hay que ir más allá. Si nos regimos únicamente por la efectividad, por lo que funciona, sólo estaremos copiando. Copiando lo que ya está hecho.

     Por eso me apasiona la gente que se atreve, que se moja, que inventa. Aunque se equivoque. Y también, ¿por qué no decirlo?, me producen cierto sarpullido los que van a lo seguro, los que viven de los laureles, los que se arriman a los palacetes del triunfo.

     La humildad es algo primordial para un artista, porque el día que la abandona, deja de crecer. Se dedica a repetir fórmulas que (en su convencimiento) lo hacen excelente, y denigran todo lo ajeno porque no le pueden enseñar nada. Es un modo de consumir la herencia, más o menos merecida, que posee. Sin recargar las arcas de la creatividad.  
     Y la generosidad. La entrega sin tabúes y sin intereses egoistas apoyados unicamente en el propio ego. Dar de uno mismo para crear, para sentir el sincero placer de compartir sensaciones. El respeto por el trabajo de los demás y la colaboración. 

     Hoy me he puesto un poco "profundo", pero no todos los días tiene uno la vena artística hinchada.
     ¡Qué le vamos a hacer!



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