miércoles, 1 de mayo de 2013

¡Estamos que lo regalamos, oiga!


     Como en una extraña Torre de Babel, soy consciente de que hay personas que tienen su propio idioma. Pero hace tiempo que lo aprendí y hago como si hablase con un extranjero: traduzco y asimilo el significado. Porque hay expresiones que no significan lo mismo para todo el mundo. El "españovano" es un idioma curioso, porque utiliza las mismas palabras que el español pero está vacío de contenido. Aunque no se distingue a primera vista; es como un código en clave, y cuando has descifrado algunos mensajes ya tienes la plantilla con la que descodificar los siguientes.
     Me recuerda a los charlatanes que iban con el camión por los pueblos, abrían el portón y te vendían una figura en escayola (horrorosa) y te regalaban otra de "mármol puro legítimo de Carrara" (compitiendo en horterez con la anterior), una manta (de dudosa caricia), y un pasapurés. Me decía a mí mismo "la escayola no vale una mierda, pero los regalos sí que pueden ser útiles, ¿quién no tiene un cumpleaños cerca, o pasa frío en la cama, o se le atragantan los grumos de la crema de chirivías". Y entonces... ¡zas! picabas y comprabas la inútil figura de escayola. Pero, eso sí, te llevabas los regalos de relumbrón (que no usarías nunca).
     Así aprendí a pasar por mi propio pasapurés, el de las palabras, aquello que llegaba a mis oídos de quien te pretendía vender algo. Así comprendí que los charlatanes de probado hábito, cuanto me decían "soy tu incondicional", querían decir "soy tu incondicional, siempre que se cumplan las condiciones", o "en cuanto necesites mi apoyo, ahí estaré" querían decir "en cuanto necesites mi apoyo, me apoyaré en cualquier excusa para evadirte", o "avisa cuando actúes, que no me lo pierdo" querían decir "avisa cuando actúes, que me perderé con cualquier evasiva" y un sinfín de correspondencias léxicas. Hay mucho profesional de esto.

     Luego están los que tienen buenos productos, los que no necesitan pregonarlos y exponen su mercancía sin adornos. No es que no hablen de sus artículos, simplemente los muestran y los dejan probar. Y, curiosamente, son los productos de más calidad y los que más duran. De éstos sí que soy cliente. Aunque, de vez en cuando, me paro a escuchar al charlatán. Pero sin comprar, por supuesto.




3 comentarios:

  1. Sí, amigo mío. Esto es Babel. Yo he renunciado a entenderlo.

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  2. Babelianos hablando en españolvano somos. Pero nos descodificamos a simple vista.

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  3. ¡Amos que sí! Jejejeje. Tu lo verás a diario en tus correrías teatreras. De los que pregonan excelencias escénicas y luego ni chicha ni limoná. Un abrazo, David.

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