lunes, 22 de abril de 2013

Partida a ojos vistas


     Hacer por hacer, no. Pero tampoco decir por decir.

     Se lanzan los dados y se cuenta la cifra. Sin ardides ilusionistas que pretendan cambiar la partida.

     Muchas veces nos embarcamos en la volátil tarea de explicar lo magníficos que somos, los maravillosos objetivos que pretendemos, lo extraordinario que es quien nos da un beneficio y lo mediocre que resulta quien nos ha fallado o quien nos puede hacer sombra.

     Ardua faena para la que hace falta ser avispado en la palabra y diestro en la mentira.
     Hay quien lo llama don de gentes. Pero cuando la palabra no coincide con el gesto o con el comentario furtivo ajeno a las miradas, yo lo llamo falsedad.

     Quizá por mi carácter castellano, no soy muy dado al aleteo mariposil de alas desplegadas ante cualquiera. Puede que también sea por mi timidez. Pero el adorno pasional y la sonrisa impostada sólo me salen si las siento. Para simular sentimientos ya tengo mis personajes. Pero yo soy como soy y siento lo que siento.

     Por eso soy persona de pocas palabras, gesto espontáneo y mirada reposada.

     Admiro más un hecho que una intención, en el convencimiento de que un pequeño gesto puede valer más que mil promesas vanas. Y quien piense que me engaña, que me mire a los ojos.




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