Sólo quien lo saboreó lo sabe.
Todavía tiemblo y me ilusiona cada nuevo reto, cada nueva dificultad a la hora de encarar un personaje. Hacerme él o darle a él parte de mí. Es algo que aún no lo tengo muy claro. Tomo lo que soy y lo pongo a su servicio.
Buscar en sus entrañas para hacerlo crecer, hacer que vaya tomando forma. Y cuando lo encuentras, lo pierdes. Desesperas. La mano del compañero que sostiene tus hombros cuando parece que todo se derrumba... Creación. Locura.
Te lanzas al vacío y sientes la oquedad de la nada. Respiración acompasada con quien tienes a tu lado que te lleva a un mundo desconocido. Explorar. La oscuridad de la luz. Esa luz que te deslumbra desde el patio de butacas.
Tras unos minutos de terror, olvidas el miedo y vuelas. O vuela él.
Difícil de explicar dónde acabo yo y dónde empieza el personaje.
Vida o vidas.
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