Cuentan la historia, señores,
del Conde de Cucamonas;
es Conde lo que amontona
y atesora sus rencores.
Avaro en fe y parabienes
no da ni los buenos días,
y con sus miradas frías
un experto es en desdenes.
Oculto en calleja umbría
observa solaces ajenos
ardiendo en su pecho truenos
de inquina. ¡Qué algarabía!
¿Por qué aquestos pordioseros
-se pregunta el susodicho-
pueden holgar a capricho?
Si yo no puedo, ellos menos.
Andábase en tal cuita
aquel Conde en su gatera,
que tropezando en la acera
al suelo se precipita.
¡Mal haya la suerte mía,
que de desdichas me anega!
¡Ahora a mi inquina agrega
este dolor! ¡Aciago día!
Aplicaos, pues, este cuento
del Conde de Cucamonas.
Que al final te desmorronas
si resquemor usas de ungüento.
Eduardo Gutiérrez
Manía es vivir pendiente del ajeno y no pensar en ser humilde, sincero y bueno.
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