lunes, 4 de marzo de 2013

Vengo

     
     Vengo del silencio de los muros de barro,
     de las manos endurecidas de abrazos,
     del sudor solidario
     y del amor sencillo.

     Mis manos tocaron las más altas copas
     sin dejar de sentir la tierra.

     Mis ojos brillaron al triunfo
     y lloraron lágrimas ajenas.

     Mi memoria ha sentido
     el frescor de la caricia,
     el dardo del desierto
     y la iniquidad de la mentira.

     Con el mismo ardor ha sentido
     el beso de una mirada
     la sonrisa de una palabra
     y la devoción de una espera.

     Y el corazón, cargado de latidos,
     se desgarra por existir, día a día.


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