El teatro es esa gran mentira que parece decir verdades.
Verdades adornadas, verdades con tintes de realidad.
Pero lo cierto es que si el teatro contase las auténticas verdades, el
público no lo soportaría. El público quiere ver la verdad en otros, en
los personajes. Y siempre hay un punto de voyeurismo en el espectador
que le hace aguantar esas evidencias pensando que se refieren a otras
personas.
Es preferible verlo como "les pasa a otros", porque de lo contrario sería insoportable.
Y, mientras al público se le muestra un mundo ilusorio envuelto en
luces y premeditación, en la trastienda bullen emociones y vidas
empapadas de su propio melodrama.
Por eso hay que seguir haciendo teatro de lo que les pasa a los otros para aliviarse de lo que nos pasa a nosotros.
Y sin embargo, a veces, la realidad supera con mucho a la ficción. Pero es cierto que preferimos ser espectadores antes que actores de nuestra propia historia. Un abrazo.
ResponderEliminarTeatro, lo tuyo es puro teatro...me han dado ganas de escuchar a la Lupe!
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