Hay palabras que van más allá de su simple significado.
El tiempo ha curtido su piel y la vida se ha alimentado de sus músculos. Su cuerpo se ha debilitado y se ha hecho ligero como su voz. Las arrugas de su piel son la obra maestra de una vida.
Sus palabras, sus miradas, las llevo impregnadas en la piel como parte de mí.
Nadie me ha dado tanto a cambio de tan poco. A cambio de mi ausencia, de mis escasas llamadas, pero jamás de mi olvido. Cada día ella es parte de mí, de mi memoria y de mi camino.
Sus manos han tocado el sufrimiento y el amor. Esas manos que aún intentan sujetar a los demás cuando no se bastan para sujetarse a ella misma. Amor y entrega en estado puro. Esas manos que saben repartir lo poco que tiene y dar a cada uno la mejor parte. Esas manos que, temblorosas, muestran orgullosas una foto o una fotocopia ajada de un recorte de periódico. Esas manos que tejen bufandas con el mismo cariño que preparan un guiso o calman un corazón quebrado.
De ella aprendí lo que es amar a su hombre hasta el último momento. De ellos dos aprendí lo que es el respeto, el cariño, la paciencia y la lucha. Aprendí que la comprensión vence al rencor y al resentimiento. De ellos aprendí que ser humilde y pasar necesidades no era deshonroso, que no había que asustarse ante el trabajo duro y que, aún en las situaciones más difíciles, siempre había una salida.
Puedo tener muchos héroes y personas a las que admiro, pero a nadie más que a ella.
Nada me estremece más que escuchar cómo me llama "hijo". Ni un "te quiero" mío puede superar eso.
Precioso. Que te viva muchos años, compañero. Su marcha te deja como un ser desvalido.
ResponderEliminar