Hay dos tipos de felicidad: la tuya y la mía.
Tratar de vivir mi felicidad no te llevará a nada, así como vivir yo tu felicidad no hará sino anularme.
Pasamos tanto tiempo tratando de organizar la felicidad de los demás, que dejamos la nuestra olvidada, apagándose, y criando malas hierbas.
Así que, hoy arrancaré el día viviendo mi felicidad, disfrutando de cada pequeño aliciente que pueda encontrar debajo de una mirada, una sonrisa, una palabra amable.
Espero y deseo que tú también vivas tu propia felicidad, que seguro que te está esperando a la vuelta de cualquier esquina, o en una simple taza de café. Y, si la leche cortada te hace mal, no la tomes, sólo podría crearte angustia y vómitos.
Buenos días
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