Quien oculta a parte de su familia y se avergüenza de ella, no estará nunca completo. Y seguirá sufriendo lo que llama incomprensión, que no es otra cosa que desconfianza por quienes conocen la verdad.
Así uno se siente engañado por este cine español que pretende ir de niño pobre pero se mueve bajo las pautas del clasismo.
Ese odio corporativo a los compañeros que realizan otra faceta del arte interpretativo no tiene ningún sentido para caminar juntos en pro del cine español.
Esquivando cualquier referencia al doblaje, resulta que en la gala de los Goya aparecen nominadas multitud de películas que han necesitado doblar para llegar al público. Los mismos que estigmatizan al doblaje se aprovechan de él. Utilizando una técnica que aborrecen con el único propósito de vender su arte, en mi opinión se convierten en deshonestos. Puedes hacer el amor, pero si no lo sientes y lo haces sólo por dinero, ya sabes lo que eres: o puta o chapero.
La propia película ganadora a mejor película de animación da la sensación de que no tiene detrás a unos actores que dan vida con su voz a los dibujos. Ni una referencia al asunto.
Será que odiamos nuestro idioma, porque el cine español que triunfa es el que está hecho en otra lengua, o mudo, o con actores a los que no se les entiende.
Mientras no dejemos de avergonzarnos de nosotros mismos, nuestra cultura no saldrá del pozo.
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